viernes, 18 de julio de 2008

Perdidos en Gredos III: Ascensión al Monte del Destino 2ª Parte


Creo recordar que ayer lo dejamos justo antes del regreso.
Pues bien, tras una comida en un paraje impresionante y un ratito de relax, decidimos que era el momento de volver para que no se nos hiciera muy tarde.
La primera parte de la vuelta consistió en una buena subida por el camino de piedra, parte del grupo hicimos una miniparada en una pequeña fuente a mitad de la subida donde la Hija del Mal intimó con un cabrón (en el sentido literal de la expresión) y al que tratamos de convencer que nos llevara un ratito, pero no hubo manera ya que no estaba muy comunicador (creo que no le gustó que nos apropiaramos de su fuente). Descubrimos entonces que ahí había cobertura, momento en que aproveché para avisar a mi madre que seguía viva (en la casa rural no tenía cobertura, en medio de la sierra sí, alucinante). Se produjo entonces uno de los momentos más extraños de la tarde. Mientras yo baja a 3km por hora, muy despacito y mirando bien por donde pisaba, pasó junto a mí como alma que lleva el diablo, el Fer hablando por el móvil con su madre y triscando cual cabra. La cara que puse en esos momentos creo que aún es recordada por los senderistas que iban junto a mí.

Esto es parte del camino que hicimos, de ida y de vuelta


Hay que señalar en este punto que Mandingo tenía los tobillos jodidos debido a una intensa tarde en un paintball (para más información ver su blog) por lo que la bajada por un camino de piedra relativamente inclinado fue un autentico suplicio. Mientras el resto del grupo iba adelantándose, Mandingo y yo nos quedamos los últimos (podría decir que fue para hacerle compañía, pero en honor a la verdad, yo no podía con mi alma). Todo iba bien hasta que tuvo un resbalón que le dejó más tocado por lo que una pequeña parte lo hizo usándome de bastón teniendo en cuenta la diferencia de tamaños, para vernos). A mí me daba miedo que pudiera hacerse daño de verdad y no tener a nadie grande cerca así que pasé 10 minutos infernales llamando a todos al móvil a ver si alguno podía esperarnos, tristemente al que no estaba fuera de cobertura se había dejado el móvil en la casa rural. Fue entonces cuando Mandingo, emulando a los de "salvar al Soldado Ryan" comenzó su actuación de mártir al grito de "sálvate tú, déjame morir aquí", gracias a los dioses no le duró mucho. Y el Hermanísimo, ya en plan padre total, decidió esperarnos con el Fer por lo que le pude dejar en compañía y continuar mi descenso.

Con las rodillas totalmente destrozadas conseguí llegar a los aparcamientos al borde del infarto, menos mal que me estaba esperando el resto con agua bien fresquita y un poco de chocolate. He de reconcer que porque me llamaron, ya que yo estaba tan concentrada en alcanzar el coche que ni les vi.

Déjadme morir y recordad, decid a mi madre que la quiero y que no lloré de dolor (pero casi)


Reunido el grupo de nuevo regresamos a casa para dejar las bolsas, cambiarnos y nos dirigimos a la piscina natural con la sana intención de bañarnos.

Al llegar allí comprobamos que había gente tomando el sol pero nadie en el agua. Pero como somos personas de palabra, decidimos inaugurar la tarde. El Kas vivió su momento de gloria cuando, siendo el más decidido del grupo, se metió al agua entre una gran ovación del respetable (compuesto principalmente por un grupo de vascos). Llenos de celos por su éxito social, el resto le seguimos. He de reconocer que les admiro porque los niños llegaron a nadar un poquito dentro de la piscina, yo me sumergí y salí de allí cagando leches porque estaba helada, aunque la verdad es que te dejaba como nuevo.

Cervecita tras el baño y de regreso a casa que aún quedaba una parrillada por hacer. (pero eso será otra historia)

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