El barrio judío de Córdoba está declarado patrimonio de la Humanidad, y no me extraña, porque es uno de los más hermosos que he visto nunca.
Lo primero que me llamó la atención fue los olores, es genial, en todo momento el aire está lleno de olores muy diversos que te llenan. El primero que notas es el de las naranjas, ya que toda la ciudad está llena de naranjos por las calles, pero detrás de ese olor tan penetrante, puedes percibir, el olor de la comida que desde temprano sale de las cocinas, el olor a cuero, de las tiendas artesanales, el té... es impresionante.
Las calles estrechas están casi todas rehabilitadas y lucen de un blanco que refleja el sol (lástima que el primer día nos lloviera) y en casi todas las casas la puerta principal está abierta para que todo el mundo pueda ver el patio interior. Todo ellos siempre con una fuente o un pozo en el centro.
Es de los mejores sitios que he visto nunca para perderse, un lugar ideal para escapar de todo y olvidarte del mundo por un instante.
¿es o no es una delicia de lugar?
Toma ya, para que luego hablen del sol andaluz
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