La Caja de Pandora

Hay días que, por mucho que brille el sol, a ti te parece que está nublado, y por más que te repitas, las cosas mejoraran, no lo hacen.

Hay veces que de un plumazo todo se viene a bajo, y es que los castillos de naipes son muy frágiles y al final se acaban cayendo. Puedes hacer malabares con cuchillos, pero antes o después te cortarás.

Como dijo Mandingo he abierto la caja de Pandora y ya no hay marcha atrás. La verdad es que es algo que en el fondo todos sabíamos que pasaría antes o después, pero nunca pensé que llegara a ser de esta envergadura, y sobre todo jamás quise que salpicara a nadie, pero hay cosas que no podemos controlar.

Hay veces que solo quieres meterte en la cama y quedarte ahí hasta el fin de los días, pero sabes que no puedes. Y no es porque tengas que ir a trabajar ni pijadas de esas, es por el simple hecho de que eso sería desperdiciarlo todo. Siempre he defendido que sólo tenemos una vida y hay que disfrutarla al máximo, creo que eso es lo que intentaba enseñarme un viejo amigo y en su momento no supe verlo, pero ahora sí. Es cierto que hay días que te cortarías las venas, que una sola palabra hace que algo se rompa dentro de ti, pero el llorar, el sentir dolor, el sufrir... todo forma parte de los mismo, va de la mano de la alegría, la esperanza o el amor.

Sentir todo eso, es sentir que estamos vivos y es saber que aún nos queda mucho por vivir y por hacer. Por eso me levanto cada mañana de la cama, por eso esta noche saldré otra vez de fiesta, por eso no podemos dejar que nada nos hunda, por eso somos capaces de salir del pozo.

Y, por todos los dioses, que nadie se olvide de que siempre somos más fuertes de lo que creemos, y que al final, siempre podemos con todo.